lunes, abril 26, 2004

El doctor en su laberinto (Primera cuota de ¿?)

Conozco mi paradero y la ruta bizarra que atravesé. Todos los sonares me ubican en un lugar similar, las cartografías napoleónicas dicen lo mismo. El reloj nuclear, el solar y el de arena marcan la misma hora. El retrato que me hizo Rembrandt, la producción fotográfica que me sacó Mario Testino y los daguerrotipos con Sarmiento en nuestro exilio a Chile coinciden: Ese soy yo, a esta hora y en este lugar, perdidísimo.

1. ¿Existe la meritocracia?

El papi de PIGY es amigo del jefe. Después de un concurso entre ochenta médicos PIGY quedo primera. El que les habla es un cebollita, un subcampeón. Segundo sin palanca. Como un autito chocador. Quería venganza. Siempre es una alternativa que descarto por que conlleva, por lo general, una degradación del yo viendo su actividad pusilánime vengativa. Pero a veces el mundo es más raro de lo que puedo imaginar.
Jueves a la noche, un día después de la noticia. Decido que el Cuba Libre puede ayudar. Terminé yendo a danzar a Podestá. Luego de una jugosa charla con el taxista que nos llevó hasta ahí (esto va a ser una serie de posts aparte), terminé en la pista muy entretenido gracias al alcohol. Pero la pequeña venganza no se hizo esperar. PIGY tiene novio. Su novio es conocido mío, pero no conoce mi conexión con PIGY, y mucho menos mis ánimos de venganza. El checho (PIGY´s boyfriend) apareció moviendo su torpe esqueleto en Podestá. Luego de que una pseudo-Madonna me mirará y me hablará toda la noche, por suerte un galán se la apreta y me la quita de encima. Como imaginarán, PIGY tiene cuernos y yo solo soy testigo, sin accionar vengativo del que arrepentirme.

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