viernes, diciembre 23, 2005

[No use for a title]

Auriculares puestos. No se escucha nada. Y eso es por el mute. Me los puse en postura de señalizador de aeropuerto en un polígono de tiro. Una suerte de sano escapismo. Otros elegirán el tabaco, el alcohol o Naughty Bits.
Esto de vuelta es un post de lunes. Pero hoy la queja es como una Champagne Supernova pero sin ningún Oasis donde descansar de la explosión. Y son tantas las quejas, que están listas:
1. Me desperté solo. El piso del cuarto estaba sucio, tanto que me hizo olvidar que es lunes. Se me hizo tarde para hacer la cama. El labcoat Landau es demasiado gramaje de algodón para el verano. Salí de casa.
2. Llegue y me enteré que tenia sin saberlo, guardia de lunes, y vestido de civil. Otro día más. Y tenía cosas que hacer. Cuando digo cosas que hacer, eran extraordinarias.

No seguí escribiendo el lunes.
Anger managment de urgencia.
Es que el martes seguí igual. Objetos personales míos tomados como del grupo de trabajo. Y cuando digo personales, por ejemplo me refiero a este post a medio escribir en la laptop que usaron. Y sentir que cuando te agachaste y trabajás como un profesional por tres pesos la hora, tu dignidad se perdió. Y cuando sentís eso se te llenan los ojos de líquidos con diferentes acepciones. Unos de tristeza, otros de bronca. Rew por favor. La dignidad no tiene por que tener una correlación lineal con el dinero. El martes pasaron cosas importantes, no pude festejar. Adam Sandler reencarnado.
Hoy viernes recien puedo hablar. Todo por el olor de mis dedos hoy a la mañana. El deja vu de ese olor durante todo el día. Por las uñas rojas de anoche. Por creer de nuevo. Por saber que sí.
Ahora asado hospitalario.
La guardia de viernes, un diez.
Una de cal.
Una de sal.
Tuna con pan.
Uma es un can.
Thurman.
Trueba.

Tengo pipa, pero no se fuma on call.

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