martes, febrero 28, 2006

Rosa




Ejecutiva bancaria hermosa, treinta y pico, pintaba bien y escuchaba Metallica con el background metalero de cualquier viejita V8. Cuando se divorcio a mediados de su década del 30 le dijo:?Yo por la plata no me voy a pelear, quédate con todo, yo la hago de nuevo?. No saben como tenia razón. Si uno pudiera deshacerse de los recuerdos sin enseñanza, elaborar las perdidas, cada momento, cada proyecto serian más, más?
A ver si con esto lo explico:
Subte que sale a la superficie, de tres vagones que para en los semáforos, le pagas al chofer cuando subís doblando en 8 el billete. Tres afro americanos de unos 15 a 16 años, uno de los que el reflejo de la piel tiene azul, otro gigante/obeso y el tercero onda latin pandilla pegándose, jugando como los perros que se muerden el cuello. Espectáculo de fondo a una charla con L. jugosa. L. me cuenta con su modo particular el examen de habilidades clínicas que te toman para revalidar el titulo en EEUU. Introducción: Uno tiene que demostrar que sabe tratar a los pacientes, mas allá del conocimiento teórico. Los americanos entonces te toman un test a contrareloj, con actores que simulan enfermedades y actitudes. Así están pintados, te maltratan, los hay con todos los acentos y diversidades culturales. El punto es que me cuenta que te evaluan cosas como llamarlos siempre por el nombre, mirarlos a los ojos, abrigarlos si tienen frio, apagar la luz si te parece que les molesta, no realizar maniobras dolorosas si no son necesarias y otra parva de detalles. L. me decía que era muy difícil llevarlos acabo todos juntos, y más si te quedabas pensando en las cosas que hiciste mal o bien con el paciente anterior.
Eso: los detalles son importantes.
Eso: Hay que estar viviendo cada milésima para que no se pasen.
Me saco la carga de encima. Quemo el vagón del fondo del tren. Lloremos la perdida.

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