martes, agosto 10, 2004

1979-?

Las desgracias y lamentos ajenos suelen generar empatía, quizás por introyección, a quienes les llegan. El encuentro con los problemas del otro justifica la estática e irresolución de los conflictos propios. Pero no. Algunos problemas son inaceptables en muchos casos. Y si hay que contrarrestar la foto de mi sobrina, contra un nacimiento hablemos de la muerte.
Y no quiero ponerme en Espinoza y dormirme mientras tipeo, ni siquiera un Bergman. Vamos a los temas terrenales que les aseguro que son lo suficientemente complicados y abrasivos.
¿Dónde? En Casa. Recomendación Clase I. Y se los digo desde el hospital. Y sobre todo, que su familia lo sepa. Nada de terapia intensiva cuando sean viejos.
¿De qué? De lo que toque, lo quiero saber. Nada de tenés un quistecito. Nada del corazoncito anda mal.

Con mi familia. O solo si no pueden resistirlo, pero en Casa, y que se vayan ellos por un tiempo si no aguantan.

Sin dolor. Hay si que los médicos nos pueden ayudar.

Hace 4 años un conocido médico que atiende pacientes terminales le pregunto al encargado en cuidados paliativos de la OMS para Latinoamérica:

?¿Qué se siente tratar con pacientes que ya tienen la sentencia de muerte??

No me olvido más. Cien personas en el pseudoauditorio, el señor mira a todos callado. Los ojos van y vuelven dos o tres veces a lo largo y a lo ancho. Y le contesta:

?Lo único que le puedo asegurar, y la única estadística que no tiene excepciones a la fecha, es que todos, todos los que acabo de mirar, se van a morir?

Puedo escribir mil pizarrones con me voy a morir, que siempre existirá un dejo de resistencia a la aceptación total.

¿Y a vos?

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