martes, septiembre 26, 2006

Centelleantes

A veces las miradas libidinales callejeras son únicamente estímulos visuales placenteros sin ninguna fantasía asociada. Ese entretenimiento efímero es mágico cuanto mas puro. La magia del desinterés ante cualquier cosa de la otra persona que no sean sus formas en movimiento en ese lugar y por ese instante. No nos importa si nos gusta su corte y color de pelo, si se baño hoy, si durmió bien, si tiene ganas de ser mirada o si tiene voz de pito o una personalidad insoportable.

La satisfacción visual vuela en un plano más primitivo que el libidinal, que Sigmund no se enoje.

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