lunes, agosto 14, 2006

East side

La felicidad parece que nunca viene envuelta para regalo y lista para disfrutar. Mi papel ideal para un regalo creo que es de una revista vieja de historietas grande con dibujos originales de Pratt en acuarela, cerrado con una cinta de peligro de la policía. Ahora no se si me animaría a abrirlo. Una vez abierta, la felicidad es un Lego de esos para adolescentes que tenía mi hermano y que yo no podía armar, en parte por la edad y en parte por incapacidad.
Con solo ese ruido de las latas de Coca cuando se abren logré cooptar su atención como un evangelizador tocador de puertas.
"Quiero Coca de Lata" me grita desde el baño.
"No te doy."
Sale corriendo con cara de animal tiernamente curioso con la boca microabierta y las dos manos para adelante en busca de la lata. Toma dos sorbos cortos.
"Ahhh"
Más tarde viendo una disquería mira discos raros y dice:"Qué buena música que escuchan acá."
Desde mi lado también estuvo lindo el día.

Mi resumen de vida del último tiempo es una mezcla de magma que como tal, quema duele molesta y no veo muchas formas de solucionar nada, a pesar de esos chispazos antes mencionados que salen de la lava y que me hacen soportar en medio del volcán pero a veces se manchan, no como la pelota.

¿Quedó claro? ¿Fui conclusivo?

(Lo ultimo es para usar la palabra conclusivo, que luego de unos meses de burlar a alguien que usaba esa palabra:

conclusivo, va.
(Del lat. conclusivus).
1. adj. Que concluye o finaliza algo, o sirve para terminarlo y concluirlo.
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