House of Pain
Me acuerdo sentado en esa aula reformada del hospital de Clínicas José de San Martin. Todos en circulo como en un campamento o en un grupo de alcohólicos anónimos, alrededor del psiquiatra figurín de turno que nos venia a dar clase. Yo todavía estaba con mi arrogancia que sigo combatiendo y él recitando la tabla de eventos estresantes. Nos explicaba como ciertos momentos aumentan el riesgo de patología psiquiatrica. Nada nuevo, nada brillante, una cuantificación bien ciencia blanda disfrazándose de dura, de la supuesta seriedad de los números. Bartolomeo Seb Simpson se divertía leyendo que mudarse, las fiestas, casarse aumentan el riesgo de depresión, y me imaginaba casos particulares donde eso no fuera, por lo menos desde lejos y en la superficie, cierto.
Pero después terminás viendo pacientes antes de las fiestas, ves como todos lloran en el consultorio.* Vi pacientes a los que se le murió un hijo este año, me hace reflexionar -esto va para los lingüistas- por que no existe una palabra para eso. Digo hay viudos y huérfanos, pero parece que el dolor es tan grande con la muerte de un hijo que la represión se impone como mecanismo de defensa y llega hasta anular el invento de la palabra.
*yo no suelo pegarles a los pacientes, al menos no para que lloren, digo por si alguien piensa que tomar los reflejos es un castigo.